Y quizá me encierre a vivir contigo, debajo del edredón.

(:

lunes, 12 de julio de 2010

Dos para una. Una para dos.

Con la brisa entrandoles por las costuras de la falda, las dos hermanas se sonreían en silencio.
Alyson llevaba el cabello largo recogido en un moño desecho, pero incluso hasta una cosa así quedaba elegante en ella.

Sunny se abanicaba con una de sus revistas de música estridente, y sin decir nada la observaba canturrear canciones distraída, botando una pelota que su hermano pequeño había dejado tirada por allí. La situación empezaba a desquiciarla.

-Suéltalo ya, Allie. -Dijo fingiendo desdén.

Alyson la miró con falsa sorpresa y se hizo la desentendida. De pronto le lanzó la pelota y Sunny la apartó de un golpe.

-Genial. Haces gala de tu humor de los Domingos, a no espera, se me olvidaba que también estás cabreada el resto de la semana. ¿Qué te ha hecho la pobre pelotita?

Sunny la fulminó con sus ojos verdes.

-Eres desquiciante. Igual que papá.
-Y tú una quejica. -Replicó Alyson.

Unos segundos pasaron.

-Argh. ¿Por qué no seré hija única? -Sunny hizo ademán de levantarse y abandonó su puesto en la mecedora del patio delantero pero su hermana pequeña la detuvo enseguida con sus palabras.

-Ayer ví a George.

Hubo un silencio.

-Oh. -Sunny quiso decir algo, algo que resultase oportuno. Pero no le salió nada. Alyson se sentó en la mesa y contestó a sus pensamientos con una tímida sonrisa.
-Tranquila. Estoy bien, Sun.

Pero no le creyó.

Sunny cogió la pelota inchanble. Aquellas conversaciones 'serias' le resultaban incómodas, algo que antes no era así. Antes, era muy buena dando consejos pero el pasado se había llevado la ilusión de ayudar a otros y los consejos oprotunos. Odiaba ver a su hermana triste, pero esta vez parecía disntinto.

-¿Te dijo algo? -Preguntó Sunny.
-Bueno... hablámos poco...
-No me digas que te volviste a acostar con él.
-... Sabes que no puedo evitarlo, Sun. Yo le... no sé, será que a veces me vuelvo débil y recaigo, pero él no lo sabe por supuesto. De hecho piensa que estoy jugando con él y no... en realidad solo juego con mi corazón, como siempre.
-Eres masoca, enana.
-Ya... ¿a quién llamas enana? Tú eres la hermana mayor y aún así te saco media cabeza. -Allie rió, pero sin demasiada fuerza.
-...
-Olvida lo que acabo de decirte.

Alyson se levantó de un brinco y le dio a su hermana la espalda.

-Pero se había cortado el pelo. Ya no me ponía tanto. Es un paso, ¿no?

Ahora reía más fuerte. A Sunny aún le resultaba curiosa la personalidad ambigua de su hermana. Como aún siendo tan inteligente y brillante, en su vida sentimental tenía largos senderos de incoherencias e inconclusiones.
Aunque eran muy diferentes, y, mientras que Sunny borraba el dolor de su corazón con el rock n' roll y la lecura, Alyson se embarcaba en miles de aventuras de cama con chicos, ambas tenían el mismo historial de desorden emocional transitorio, como decía la pequeña.

A su manera, habían descubierto la soledad. La habían besado y convertido en su amante. Habían encerrado su corazón en una vitrina cristalina, como un trofeo que nadie nunca jamás volvería a alcanzar, y ahora, tan jóvenes e inexpertas, carecían de ilusión.
Quemaban los cuentos de princesas.

-¿Sabes? -Alyson se frotaba los ojos castaños con una mano. Y tenía los puños apretados. Disimulaba un poco. -Me dijo que sigo teniendo las pestañas infinitas. Que aún no ha encontrado a una chica que logre sobrepasarlas.

Ahora ya no podía disimular sus lágrimas.

Sunny se levantó. Fue algo instintivo.
Se acercó deprisa, y puso sus brazos alrededor de la espalda de su hermana.

Alyson se apretó fuerte a la camiseta negra de Sunny. Fuerte. Muy fuerte. Mientras lloraba. Sus gritos podían oírse desde otros vecindarios pero eso ahora no importaba.

Sunny siempre había envidiado eso de su hermana.
Alyson podía llorar alto.
Gritar de rabia.
No se escondía.

Era lo que las diferenciaba por encima de todo. Pero en ese momento, compartían el dolor.
Eran una.

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