Grita bien fuerte susurros en su oído, que ni el viento ni otras voces se podrán nunca llevar.

Ella se pone de pie en mitad del pasillo y escucha, sonríe cuando de pronto el ruido cesa y escucha su voz.
Ella le mira y se sonroja. Es una manía que no puede evitar quitarse. Le mira, y su corazón da brincos dentro del pecho. Como cuando miras desde lo alto de un rascacielos, al resto de tu vida brillando en cada una de las luces de la ciudad. Cuando miras para abajo desde el piso doscientos quince, y todo deja de tener sentido para empezar a significar algo. Significa que no debes dejarle marchar.

Con los primeros copos de nieve cayéndole por las mejillas, ella tiene sueños, sueños utópicos e ideas locas que aspiran a hacerse realidad.
Con los primeros copos humedeciéndole la cara, él tiene sueños, que viajan más allá de su propia imaginación y terminan en raíces infinitas de vida.

Los copos caen y ellos miran las ventanas,
ellos miran los copos,
y de pronto todo es fácil

de pronto,
ventanas,
copos,

de pronto,

se están mirando.
(Y lo que es más,
se ven
el uno al otro.)

* Don't let go your beloved ones.

Los hay que luchamos por un mismo corazón en sinfonía.