Me pregunto qué escribirá esta loca hoy.

Hoy estoy así como hiperactivísimamente contenta.


Y es que, eso hay que tenerlo y tú lo tienes.
Y lo mejor es que lo compartes conmigo.


Lo bueno es fácil de distinguir.
Fácil como perder los nervios y que el pulso se te eleve a la doscientoscuarentamil potencia cúbica al cuadrado, y te tengas que parar un ratito a respirar.


Sí. Y no hay forma de esconderlo,
pero tampoco lo necesito.

Me gusta que sea así,

yo tan sincera,

y tú tan tú mismo.

Y sonreír como si se nos fuera la vida en ello.

¿Tienes miedo?
No lo tengas.
Lo único a lo que debes temer es a la distancia, a convertir mi sonrisa y mis lazos de pelo en solo un recuerdo.


Te debo mucho. Tanto.
Es cierto,
y si voy a volverme loca algún día espero que al menos haga sol. Y los ruiseñores canten.
Y mi pelo siga siendo rojo, rojo, como el fuego. Como los labios. Y el corazón.
Y tu voz me siga atormentando la existencia. (lo que atormenta es cuando no puedo escucharla.)


Porque la vida esconde tanta magia en cosas tan simples como respirar.
Cuando el corazón te late tan deprisa que tus ideas se funden con el azúcar de los ochomil litros de café al día que un cuerpo como el mío puede llegar a soportar.


He pensado, que no quiero luchar más contra el viento,
porque el viento me despeina y me revuelve el pelo,
como lo hace a veces tu mano.
Y eso me gusta. Y eso es bueno.
Entonces el viento también lo es.


Seámos viento.
Invisibles y voraces.
Seamos miradas y parpadeos.
Latidos, y abrazos.


Seamos surf, playas y noches.
Rascacielos y luces,
demencia cristalina,
delirios y alcohol.


Dos almas mellizas,
que van de la mano,
contémos que el mundo
nos dejó sentir.


Y por supuesto,
sentimos.

No habrá una despedida para nostros.

No existe.

Y nunca vamos a inventarla.

=)

Buenos días Mundo.

Oh.

Me encanta vivir.