Y quizá me encierre a vivir contigo, debajo del edredón.

(:

lunes, 31 de mayo de 2010

Dos corazones que se sienten, pero que no se escuchan .


La habitacion estaba en penumbra, y el silencio alimentaba la estancia con su transparente voz. La escena en su conjunto evocaba una paz infinita y una quietud sin precedentes. No se oía nada, ni el aletear de una mariposa,
pero George reconocería ese perfume en cualquier parte.


-¿Cómo has entrado esta vez?

La figura entre las sábanas tardó un ratito en contestar.

-Siempre te dejas la ventana abierta.

-Ah... la ventana.

George observó como ahora la luna reflejaba su brillo en los ojos de la chica con la que estaba hablando. Ella, permanecía inmóvil entre las sábanas de su cama, y a jugzar por el hecho de que se apreciaba la desnudez en sus hombros,
George casi podía afirmar que Alyson estaba desnuda.


-Ya sabes que se me dan bien las alturas.
-Nunca dudaré de tus cualidades felinas, Allie
. -George dio tres pasos hacia ella. Deteniéndose al borde de la cama, para observarla. -Saltos imposibles... movimientos silenciosos y gráciles... bipolaridad transitoria...


De pronto la sábana que cubría el cuerpo de la chica cayó, dejándo uno de sus pechos al descubierto.

-...Y lo más importante, tus ojos de gata traviesa.
-No son mis ojos lo que estás mirando ahora precisamente, George.

Se adivinó una sonrisa traviesa en el rostro de la chica, seguidos de un par de segundos cargados de tensión.


-Deberías decirme a qué has venido esta vez, Allie.
...Y abrigarte un poco quizás.

La chica adoptó una actitud tensa y cubrió airosa su cuerpo, desviando la mirada hacia otra parte. Habló con desgana.


-Odio cuando te pones en plan profesor.
-Es mi trabajo.

-No conmigo. Soy tu mejor amiga.
-¿Una amistad un poco extraña la nuestra, no crees?


George sacó un cigarrillo mentolado y lo prendió acercándose al alféizar de la ventana. Desde esa posición podía apreciar perfectamente los armónicos rasgos de Alyson, cubierta por las sábanas blancas.


-Te echaba de menos...

-...Ya era hora de que lo admitieras.


Unos segundos pasaron.
Alyson se levantó de la cama mostrando su desnudez a aquella gris habitación, y George volteó enseguida para mirar a la luna y fingir estar demasiado absorto en sus inmensidades blancas, pero ya era tarde.
Alyson le abrazó y apoyó su cabeza en la espalda del chico. Su largo cabello castaño cubriéndole los hombros era su única vestimenta, y el cigarro de George cayó apesadumbrádamente por la ventana.

-Loca. Vas a provocar un accidente. ¿Qué pasa si se incendian las plantas del jardín...por no haber apagado el cigarro?
-Las palabras le bailaban en los labios. Le estaba venciendo la presión.

-No me importa si se incendia el mundo entero, a fuera esta noche
. -Le susurró ella al oído. -Lo único que me interesa es el calor que puedan darme las manos de mi guitarristra frustrado favorito, y quizás un par de botellas de vodka.

-Lo de frustrado sobraba...

Los siguientes segundos se hicieron tal vez demasiado largos, y la espera acabó sucumbiendo ante los labios de Alyson, abriéndose y cerrándose voraces sobre los de su amigo. George conocía demasiado bien ese sabor, que tantos momentos de seda le había regalado en otros tiempos más felices. Cuando la chica que tenía entre los brazos suplicándole por un poco de calor era suya, y compartían la vida y las sonrisas día tras día.

Flashes de su noviazgo con Alyson Summers, amiga de la infancia, compañera, amante, y ahora tan solo un buen recuerdo que le hacía visitas esporádicas de vez en cuando, en noches demasiado preciosas como para no compartirlas.
En noches como esa, en las que la soledad asfixia y quema en la garganta, y los recuerdos afloran y perforan en susurros la nostalgia de las manos que ya no nos acarician las entrañas.


En efecto, el solitario George Stewart conocía perfectamente cual era su gran debilidad, el motivo de que mantuviera a la soledad como amante, pues prefería compartir una sola noche de su vida más con Alyson Summers, a cualquier otro tipo de felicidad que cualquier incauto se atreviera siquiera a proponerle.

Su querida y bipolar, "mejor amiga" para los momentos con sabor a nostalgia.
Su pequeña y dulce Allie...


A la mañana siguiente, Alyson se había marchado.
Dejándole tan solo el recuerdo de un beso de despedida.
Y un caramelo de cereza, sobre la almohada.

La forma secreta que tenía Alyson de decirle "gracias"
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Alyson Summers es la hermana pequeña de Sunny Summers.
Ambas serán los nuevos personajes que utilizaré, para desarrollar pequeñas partes de sus historias por fragmentos.

Espero que los disfrutéis =)

3 comentarios:

  1. Me ha encantado.
    Espero tener más noticias de Sunny Summers.
    Un Beso :)

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  2. gracias por lo que trasmites en cada una de tus entradas. Son sencillamente fantásticas

    un beso

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