Tracé veintiséis círculos perfectos alrededor de un banco de madera y tarareé una canción que me hacía llorar hasta rebentar.
Como ya no había vuelta atrás y ya estaba volando precipicio abajo decidí disfrutar de las vistas y la sensación de velocidad, merendarme cada parpadeo y cada latido que aquella magia me podía regalar, y descubrí lo que me temía.
Que no había retorno.
Y eso me gustaba.
Bailando para él en un mundo de locos, sonando de fondo la canción que decía, "the only one who's got enough of me to break my heart"
Cuando llegó esa parte sonreí y en un rincón apartado alguien también lo hacía.
El aire helado perforaba cada poro de mi piel cubierta por la fina tela blanca del vestido de seda negro fosforescente.
Y mis labios seguían sonriendo, y mis ojos seguían cerrados, y yo literalmente, volaba.
Nunca verás el coraje que pongo, nunca conocerás cuanto influye un pedazo de canción, un fragmento de vida, es cuando todo se me escapa y siento el mundo vibrar (por mí)
ResponderEliminartus textos siempre son geniales, es que habrá alguno que no me haga sonreir??
espero que no
:)
awww me encanta lo que escribes,
ResponderEliminarèsta entrada en particular me gustò mucho
n.n
Saludos, muah!
mi querida sirena de piel cubierta por la fina tela blanca del vestido de seda negro fosforescente...usted siempe vuela (y hace volar). No vendria desde mar si no fuera por su vuelo..
ResponderEliminardruida
La distancia es un juego que no te pertenece, mi sirena, los mares son instantes para ti.
ResponderEliminarbeso de navegante en tus palabras
Druida
Hola Juliet, me encanto leerte... volvere por aqui.
ResponderEliminarTe abrazo
MentesSueltas