Katie quería amar.

Katie quería ahogarse con sus propios sueños.

Nadando entre ellos le encontró, y le pareció tan brillante que quiso monopolizar su sonrisa, sólo para ella.

Él era el reflejo de una tarde de verano, cálida y pacífica.

Perfecta para perderse...

Katie quería decirle te quiero. Pero no podía.

Se lo decía sin embargo con cada silencio, y con la brisa desordenando su cabello rubio.

Ojos de niña, que han llorado demasiado. Corazón roto, destrozado, que pide a gritos un remedio de besos y caricias.

Sí, Katie quería sonreír sólo para él.

Le nombró tantas veces que perdió la cuenta y se ahogó en un vaso de champagne, y, entre las burbujas, encontró la fuerza y el valor que necesitaba.

Pero no hizo falta.

Aquellas dos figuras de manos entrelazadas, de labios enraizados, de crueles pasiones.

No recuerda exactamente que es lo que sintió. Fue como un mal sueño a todo color.

Charlie besaba a aquella chica, y Katie perdía las alas, para no recuperarlas nunca más...

Poco a poco hundiéndose en lo más profundo del mar, creado por sus lágrimas.

Y pensó, sin embargo, que después de todo, ella le quería más.

Mucho más.