Katie caminaba dos metros mas atrás siguiendo el rítmo marcado por su amigo.
- No seas impaciente, Daniels, pronto llegaremos. -A Jake le brilló la mirada, aunque ella no pudo verlo. La noche era demasiado oscura, y la luna llena solo dejaba entrever reflejos plateados sobre el cobrizo cabello despeinado del chico, y trazaba sombras sobre la camisa del uniforme, semidesabrochada y de un blanco casi sobrenatural.
- No sé como he acabdo fiándome de tí para acabar escalando edificios, debo de estar completamente loca.
- Vamos, no mientas. Sé que amas las alturas. De hecho se que adorarás esto.
- ¿Tú que sabes? ¿Y a qué te refieres con esto? - Jake frenó su trayectoria y dándose media vuelta escrutó los ojos miel de su amiga durante cinco segundos, que parecieron hacerse demasiado largos.
- Adoras las alturas porque te hacen sentir viva. Te encanta que la brisa te acaricie mientras miras hacia abajo y descubres que el mundo parece un poco menos siniestro desde aquí arriba. Sientes que tienes el control, que nada se te escapa, casi sientes que podrías volar por encima de los rascacielos de esta ciudad. Y sonríes. Créeme Katie, te he visto sonreír. Y esa clase de sonrisa solo puede articularla alguien que ama sentirse vivo. Alguien que ama las alturas.
Petrificada, Katie quiso abrir la boca pero Jake ya se había puesto en marcha.
-Hay que ver, cuánto me haces hablar, joder.
Ella sonrió y cogió su mano.
La vista era sin duda sobrecogedora. Se podía ver todo Manhattan desde aquel mirador. Hacía frío pero eso a Katie le gustaba. Se sentía extráñamente bien. Extrañamente difuminada en el contorno de una estrella, mucho más grande que la que adornaba su cadera.
Por unos instantes se dejó caer en una oleada de placer visual, sin embargo cerró los ojos. Manhattan seguirría ahí cuando los abriese. Y Jake también.
Jake siempre estaba ahí. Y ella parecía una niña pequeña necesitada de cariño.
Se sintió tan triste en ese momento que tuvo que apartar la vista.
-¿Fumas? -Preguntó él. Pero no obtuvo respuesta. -¿Sabes? Ese tal Charlie del que tan colada estás, es un imbécil integral como la copa de un pino.
- Oye, no te pases.
- Ya bueno... pero no lo has negado.
-¡Jake!
- Calma, fiera. Pero sabes que tengo razón. En primer lugar, ¿él te ha llevado alguna vez a sitios como este? Claro que no. Porque es idiota, y no sabe que te encanta este sitio.
-Todavía no te he dicho si me gusta o no.
-Shh. Segundo, la forma en la que lleva el uniforme es estúpida. Parece un freaky sin remedio.
-N...! -Katie se acercó para enfrentarlo.
-...Tercero... -Jake se acercó aún más a la chica. Sus miradas chocaban y la distancia que les separaba era un poco demasiado corta. -Él jamás descubrirá lo guapa que estás cuando te enfadas así. Lo frágil que pareces. Lo fuerte que eres. Porque es un idiota.
-Tú no sabes nada de él. Él me quiere solo que... estamos en una situación difícil.
-Es cierto, muy difícil, y no está ahí para verlo.
-¿Ver el qué?
-Manhattan, de noche. A tu lado. Algunos morirían por hacerlo. Y él no está.
Katie le arrancó el cigarrillo de la mano, y se lo llevó a la boca. Jake sorprendido intentó arrebatárselo pero no pudo.
-Me pregunto cómo era la chica que te partió el corazón. -Jake dejó de sonreír. -Pero supongo que tampoco ella se quedó a ver la noche de Manhattan junto a tí...
-Eres cruel, Katie Daniels. -Jake le arrebató a su amiga el cigarrillo y lo arrojó a la inmensidad de la noche. -Eres cruel y además no tienes estilo fumando.
Ella iba a replicar pero comprendió que había arrebatado algo más que un cigarro a Jake esa noche. Mientras observaba como daba la vuelta y se marchaba quiso correr y disculparse, por un instante compartió su dolor.
-Lo único que es cruel es que la gente que ama las alturas y siente las noches suele tener el corazón roto.
Jake emitió un leve sonido de aprobación y siguió caminando sin esperarla. Cuando ella dobló la esquina se lo encontró sentado en el suelo.
-Vete tú. Yo me quedo un rato más.
-Todavía quedan unos minutos para que amanezca ¿no?
-Sí.
-Entonces yo también me quedo.
Katie se sentó de espaldas a él, apoyándose en la espalda del chico.
-Tenías razón. Me encanta este sitio. Vacío y melancólico. Me recuerda a mí.
-Lo sé. A mi me pasa lo mismo.
~ Llévame allí, donde las luces nos confundan.
Donde un beso signifique más que eso,
donde el cielo se abra para dejarnos entrar.
LLévame allí, arráncame un sueño,
adórnalo y hazle sonreír.
LLévame a tu cielo.
(LLLLL)
ResponderEliminardios me encanta, que textazoooo
:) me encantó, me recordó un poco a rebeldes :)
ResponderEliminarun beso! ...de buenas noches :)
Yo te llevo a mi cielo... ven!!!
ResponderEliminarBesos.
Yo sería de las que les gustaba la altura.
ResponderEliminarUn beso :*
Muchas muchas pero que muchas gracias :)
ResponderEliminarAdoro esta historia!
cada texto es siempre mejor que el anterior..
tu si que me matas madremía a mí :)
Que me explique dónde está ese lugar, que yo quiero ir.
ResponderEliminaradoro la sensacion de altura!!!^^ jiji besos!!^^
ResponderEliminarNo puedo decir más que :)
ResponderEliminaraii(LLL) que lugar. que bonito! me encanta el texto1:D
ResponderEliminarMe ha encantado!
ResponderEliminarTe sigo! ;)
en mi blog hay algo para ti :)
ResponderEliminarEscribes tan bien que me da envidia.
ResponderEliminarCreo que me iré a buscar ese sitio vacío y melancólico
Un beso
Intenso
ResponderEliminaruna sorpresa en mi blog te espera!
ResponderEliminardemasiadooooo bueno :D
ResponderEliminarnos seguimos?
saludos!
Me encanta
ResponderEliminarx)
Hola,me llamo Angalica y he llegado aqui por casualidad,pero al parecer,a veces hay casualidades de las buenas,como en esta ocasión.Me gusto tu blog,tu mundo,tu espacio.Tus personajes.
ResponderEliminarTe agrego para seguir leyéndote.saludos de ANGALICA BLACK.