-Ya no la llevas.
-Qué.
-Su pulsera.
-Ya.
-Era bonita.
-Sí. También su forma de hablar y de mirarme. Y de cuidarme. Me gustaba todo de él. Por supuesto también su pulsera.
-¿Y donde está ahora?
-La tiene otra. Como su corazón.
Y seguiste ahí, justo detrás de él sin que te viera.Escondida tras el telón de una obra que nunca se estrenó.Y les mirabas sin llanto ni sonrisa, deseando escapar de allí.
-Cuatro paredes puedes ser realmente pequeñas aveces.
-Era asfixiante. ¿Por qué no te fuiste?
-Porque yo no quiero extrangular mis mariposas
que no se lo merecen, las pobres. y, además, te hacen sonreír. mejor que vuelen sin miedo :)
ResponderEliminarMariposas en la primavera, bellos colores.
ResponderEliminarHe visto que hablas contigo misma, yo, en mi blog, tengo una entrada que se llama Soliloquio, y otro sobre el pensamiento, sobre el silencio que tenemos cuándo estamos sólos, y también hablamos con nosotros mismos.
Me gusta tu blog, volveré.
Besotes, Demofila
Hay veces que viene bien hablar consigo misma.
ResponderEliminarEs una buena terapia.
Un besito.
No hay mejor terapia que la de hablar con uno mismo. Me gusto mucho este relato Juliet! Un beso
ResponderEliminarasí o más hermoso! <3
ResponderEliminares tan triste que terminen las historias... pero ánimo! las mariposas no vuelan con una sola persona (aunque a veces así lo parezca)
mariposas estranguladas, dejad simplemente que vuelen a maravillar al mundo, libera lo que sentiste, una sonrisa, por favor, una sonrisa, que las mariposas, nunca son las mismas en cada estacion.
ResponderEliminarcuidate^^
sinceramente intenso... que sepas que realmente su corazon nunca te pertenecio es mas doloroso que cualquier pulsera...
ResponderEliminarperfecto!! uno de esos textos con dulzura y melancolía, de esos que no quieres que pasen porque te mueven a hacer algo..
ResponderEliminarme encantó :)
Pues a veces esas mariposas hacen daño, y es preciso estrangularlas, aunque duela.
ResponderEliminarQueridísima Julieta... permítame decirle cuánto la echo de menos últimamente.
Besos.
es una preciosa conversación contigo misma, la verdad. Nadie se merece que le quiten la pulsera para darsela a otra...o al menos nadie que se haya esforzado en conservar esa pulsera, añadiéndole más valor con e peso del recuerdo..
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